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HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE. Y si son Narcisistas, ¿también?

Actualizado: 20 feb

Muchas veces el cuarto mandamiento ha sido malinterpretado y mal utilizado por las personas, especialmente por los padres que cometen cierto tipo de abuso sobre los hijos, lo que ha provocado muchísima confusión en éstos y también en generaciones enteras dentro de sistemas familiares narcisistas.



Petrus Christus o Petrus Cristus (Baarle-Hertog, c. 1410/1415-Brujas, c. 1475/1476)


La Biblia es uno de los libros más importantes en la historia de la humanidad. Además de ser un libro sagrado, en la Biblia se describen pasajes de la historia de la humanidad antes y después de Cristo desde la perspectiva judeo-cristiana. Uno de los pasajes más importantes es la historia de los diez mandamientos de la Ley de Dios descrita a través del relato de Moisés que describe cómo Edonay, Yahvé o Dios Padre para los católicos, le dictó los mandamientos de la ley de Dios que debería comunicar al pueblo de Israel. También el código de Hammurabi fue dictado al Rey, mismo que inscribió en arcilla en escritura cuneiforme.

Tanto los diez mandamientos de la ley de Dios dictados a Moisés, como el código de Hammurabi fueron inspirados, sin embargo, en el caso de los mandamientos de la ley de Dios se trata leyes específicas que tienen que ver con el respeto a Dios y a los demás, incluyendo a los padres. El cuarto mandamiento se describe así: “honrarás a tu padre y a tu madre”.

A pesar de que parece muy claro el mandamiento, puede ser tan confuso como no suena. Honrarás viene de la palabra latina honorare, que tiene que ver con el honor de una persona. Honrar significa brindar tributo y respeto a una persona, así es que un hijo que no brinda tributo y respeto a sus padres estaría infringiendo el cuarto mandamiento de la ley de Dios.

¿Pero qué pasa cuando los padres son negligentes, hacen daño, sabotean las relaciones de sus hijos, roban, violan, hacen daño, intoxican o maltratan a los hijos y además presentan rasgos del trastorno de la personalidad narcisista? Pues entonces viene el perdón, los hijos deben perdonar a sus padres. Pero si estos dos puntos anteriores, honrar a los padres y después perdonarlos están sobrepasados cuando los padres hacen daño a los hijos, este mandamiento puede ser muy confuso y malinterpretado. Se debe honrar a los padres a pesar de que estos hagan daño a sus hijos, sí, pero de diferente forma, de forma más espiritual sin aceptar el abuso. Si los hijos viven “honrando” a sus padres como lo indica el cuarto mandamiento se estaría cayendo de manera inmediata en una psico dependencia abusiva provocada por la malinterpretación de la misma ley de Dios. Para ello existen los sacerdotes, expertos en salud y psicólogos que pueden ayudar a los hijos a aclarar este tipo de situaciones que provoca sentimientos confusos llenos de vergüenza y remordimientos en los hijos al no poder cumplir con el mandamiento de forma estricta.

El presente artículo trata de cómo interpretar tanto las leyes de la ley de Dios como el concepto de perdón cuando los padres hacen daño.

Primero que nada, me gustaría comenzar por recalcar que todos los padres sin imperfectos, así como nosotros somos imperfectos. En este sentido, este artículo hablará de la encrucijada de entender cuando los padres son personas abusivas o narcisistas. Estamos hablando de casos límite. Estamos hablando de situaciones cuando los padres ejercen algún tipo o han ejercido un tipo de daño más allá de los defectos de carácter y las imperfecciones en el proceso de educación de los hijos que es tan complicado.

Hablaremos y nos enfocaremos específicamente a los casos de abuso de los padres sobre los hijos. Y para ello es necesario definir o tratar de entender qué es abuso. A continuación propongo una guía, una sencilla escala tóxica en la relación de padres e hijos que puede ayudar a aclarar de manera imperfecta y sin que esto constituya una escala empírica (es necesario SIEMPRE consultar a un experto en la salud mental y en sistemas familiares para generar un diagnóstico y un camino a seguir). Esta escala es un método sencillo y pedagógico para poder tener un marco de entendimiento o de referencia sobre el cual me gustaría explicar las consecuencias de malinterpretar el cuarto mandamiento de la ley de Dios.

Este artículo, al igual que todos los artículos en esta página, están enfocados en los padres que presentan rasgos del Trastorno Narcisista de la Personalidad o TNP, que es ciertamente una enfermedad enlistada en el DSM-5 y son casos extremos. Es importante entender la diferencia entre un padre tóxico o un padre con un trastorno narcisista por lo que recomiendo el libro Matriarcado Narcisista o Patriarcado narcisista para poder ahondar en el entendimiento del trastorno presente en alguno de los padres o en los dos. 



Tabla 1: Toxicología de la personalidad de Padres e hijos



A continuación, nos enfocaremos a tratar de aclarar cómo debería entenderse, desde mi punto de vista, el precepto de honrar a tu padre y a tu madre cuando los padres presentan actitudes y acciones desde la escala 70 a la 200 en la Tabla 1.

Para muchas personas y para muchos hijos este tema de detectar cuándo un padre o una madre son abusivos, pero para las personas que están dentro de un sistema de abuso, el abuso en el 100% de las ocasiones ha sido hiper-normalizado y el proceso de detectar e incluso aceptar que los padres son abusadores, es muy complejo y hasta difícil de detectar por parte de los hijos. Los hijos han crecido en un ambiente abusivo hipernormalizado, es decir, no detectan que el abuso no es algo normal, pues han aprendido a sobrevivir toda su vida mediante el silencio y la pasividad ante el abuso. Por ello se puede entender cuando se sabe de hijos que fueron expuestos al abuso por décadas sin que estos pudieran reaccionar y salir del sistema de abuso.

Para personas que no vengan de un sistema de abuso familiar, no es nada complicado captar y detectar cuando un padre es abusivo, por ejemplo, cuando sabotea las relaciones personales o sentimentales de sus hijos, pero para un hijo dentro del sistema hipernormalizado de abuso, es casi imposible darse cuenta. Cualquier hijo de un sistema saludable pondría distancias y se sublevaría ante tal abuso, exigiendo a sus padres que no se entrometan en sus relaciones, pero para los hijos de padres narcisistas, la brújula de detección de abuso (los sistemas amigdalino y límbico) están descompuestos y la amígdala ha sido raptada por la hipernormaización del abuso.

En los casos de hijos con padres un poco faltos de sensates con errores de carácter (es decir todos los que somos padres), deberían de poner un poco de distancia y no pasa nada, hablando con los padres y haciéndoles ver que requieren privacidad y que esperan que respeten hasta donde sea sensato, sus relaciones interpersonales. Sin embargo, para los padres que presentan los rasgos en la escala mencionada de abuso tóxico y debido a que existe presente la posibilidad de que los padres padezcan, uno o los dos, el trastorno de la personalidad narcisista, el asunto se pone más complicado de lo que uno imaginaría.

Los mandamientos de la Ley de Dios, en el caso de una madre o un padre narcisista, serán usados en contra de los hijos de forma desmedida, incluso los adoctrinarán para que no puedan ni siquiera poner en contexto dicho mandamiento y no puedan utilizarlo para entender que el padre o la madre narcisista son personas que ejercen abuso psicológico o incluso hasta físico.

Para aquellas familias que no son creyentes, en lugar del cuarto mandamiento, se usará el código de respeto presente en la familia a toda costa, con el propósito de establecer una jerarquía de poder absoluto y control sobre los hijos, ya sea física, emocional o psicológica por el resto de sus vidas.

Cuando un padre o una madre narcisista abusan de los hijos mediante actitudes y acciones enlistadas en la escala 70 a 200 de la Tabla 1, no se trata de defectos de carácter, se trata de abuso y tiene que ser tratado desde la perspectiva del abuso de un padre sobre un hijo. Además, se debe descartar si el padre o la madre son simplemente personas que fueron abusadas y que ahora abusan de sus hijos, o si posiblemente desarrollaron la enfermedad del Trastorno Narcisista de la Personalidad y sus acciones se deban a un Trastorno presente en alguno de los padres o en ambos.

En los casos cuando el Trastorno Narcisista está presente en los padres y muestren actitudes tóxicas o abusivas, el hijo invariablemente crecerá en un ambiente de abuso psicológico invariablemente.

El sistema de creencias de los hijos estará determinado por la manipulación constante que derivará, en la mayoría de los casos, en un Síndrome de Estrés Postraumático Complejo de acuerdo con muchos estudios que hablan de la consecuencia de haber sido abusado por una madre o un padre narcisista por un largo período de tiempo.

Los padres narcisistas utilizarán la religión como una herramienta para controlar a sus hijos al utilizar frases como:

 

“Llorarás sangre cuando me muera por ser tan grosero”

“Qué esperanzas que yo hubiera tratado a mi padre como tú”

“Honrarás a tu padre y a tu madre si no quieres arder en el fuego” (estas palabras son de ejemplos reales emitidas por los padres narcisistas)

“Los hijos que no respetan a sus padres se irán al infierno”

“Nunca te irá bien en la vida por ser tan grosero”

“Cómo es posible que creas en Dios cuando me tratas así”

 

Los padres narcisistas como se ha dicho en otros artículos de este blog, son sumamente controladores, manipuladores y victimistas, y utilizan cualquier herramienta con tal de controlar la vida de sus hijos y sus destinos. Cualquier acción por parte de los hijos por independizarse será atacada y conflictuada a toda costa. Para los hijos de padres narcisistas, desde muy pequeños, la confusión interna reinará su vida al encontrarse en una contradicción, por un lado, el deseo de rebelarse en contra del sistema de control, y por otro lado la culpabilidad que ese mismo deseo causa por considerarse un mal hijo y pensar que estar en contra de los designios de la madre o el padre que lo han dado todo por sus hijos, es pecado mortal. Las luchas internas del hijo de padres narcisistas conducirán tarde o temprano al desarrollo de un PTSDC o Síndrome de Estrés Postraumático Complejo que de no tratarse a tiempo, conducirá a depresiones, incapacidad de claridad en las decisiones personales, incapacidad para tomar decisiones, servilismo patológico y sobre todo, derivará en una personalidad devaluada y angustiada.

 

El proceso del camino de sanación personal por parte de los hijos de padres narcisistas requiere

 

1.     Reconocer que existe un abuso, después,

2.     Aprender acerca del sistema y del trastorno o los trastornos presentes en la familia,

3.     Crear un plan de salida del sistema,

4.     Comenzar a poner límites,

5.     Comenzar a distanciarse del sistema familiar,

6.     Comenzar un camino de sanación que lleve a la reconciliación del ser, perdón a través del entendimiento, progreso personal y retorno al sistema con muchos límites y una vez que se ha sanado en lo general.

 

Uno de los puntos que pueden ser muy reconciliadores y sanadores será entender a profundidad el cuarto mandamiento bajo condiciones de abuso. El cuarto mandamiento, honrarás a tu padre y a tu madre debe ser explicado, en todos los casos, pero sobre todo es importante interpretarlo cuando existe un sistema de abuso por parte de uno o los dos padres sobre los hijos. En el caso de los changos voladores del sistema -los facilitadores de la madre o el padre narcisista- el cuarto mandamiento estará siempre rigiendo la vida de los padres narcisistas que hayan usado el sistema de creencias bíblicas como herramienta de control, y sólo el chivo expiatorio podrá realmente interpretar el cuarto mandamiento de forma adecuada con ayuda de un sacerdote, guía, especialista en salud mental, etc.

 

La forma de interpretar el cuarto mandamiento debe ser de respeto a los padres en todo momento, pero no de sumisión. La relación con los padres debe ser siempre de respeto, pero no de aceptación del control y el abuso. El honrar significa dar honor a los padres por lo que son y que se merecen en el orden del amor y del sistema familiar, pero no significa ponerse en el lugar de los padres sin pasar primero por la razón, que está al servicio de la moral, y no se debe permitir que los hijos se autocoloquen como los acreedores morales o espirituales del sistema padre-hijo. Honrar significa tratar de no cometer los mismos errores y enseñar a los hijos de las siguientes generaciones a no

menoscabar su propia dignidad para poder crear su propia historia de vida.

 

Cuando existe un sistema de abuso, tanto narcisista como psicológico, económico o físico, la vida y la salud mental de los hijos deben de estar por encima de la honra de las demás personas, incluyendo a los padres.

 

Muchos autores recomiendan el contacto cero como un camino de sanación personal, y a veces como la única forma de escapar y sanar, y estoy de acuerdo casi en su totalidad, pero yo recomiendo sí, salir del sistema de control y abuso, entender y sanar, y cuando un hijo entiende, éste sana, y cuando sana, entiende todavía más, por lo que ya para entonces el perdón no es necesario pues no habrá nada que perdonar, sólo entender, comprender y tener compasión desde la caridad humana de un hijo sobre su padre o madre enfermos viéndolos con compasión, que no es otra cosa que aprender a verlos con ternura y benevolencia, pero este es el último paso, es un paso muy extremo pues se tiene que pasar por todos los demás. El paradigma final para la sanación del abuso de los padres requiere muchos pasos, pero el último es verdaderamente sanador y requiere colocarse en un punto de vista en donde ya el hijo salió, puso límites, sanó, perdonó y finalmente llega a preguntarse lo siguiente:

 

¿Cómo puedo enojarme y sentir odio con un paralítico por no poder caminar? Así mismo, ¿cómo enfadarse con el padre o la madre por padecer un trastorno? Imposible cuando se ha llegado al estadio de perdón, en donde el perdón ya no es necesario pues ya no existe la herida, sino que la herida es el camino y el sentido de vida. Esto se dice fácil, pero lleva tiempo. Incluso entender esto desde el punto de vista de lo más humanista posible es complejo.

 

Cuando se ha tenido una pareja narcisista, o se ha engendrado hijos con un narcisista, el perdón a través del entendimiento amoroso -es decir, el perdón que no se requiere ejercer pues la herida ya no es herida- es posible encontrarlo desde ese nuevo equilibro, eso sí, sin dejar de ejercer límites en todo momento, sin dejar de poner la salud y la dignidad personal ante las embestidas narcisistas del padre o de la madre.

 

En el caso de las exparejas narcisistas cuando no se tengan hijos de por medio, entonces el contacto cero no solo es recomendables sino indispensable. En estos casos yo también aconsejo contacto cero y alejarse por completo. Pero en el caso de la madre o del padre, el contacto cero es muy difícil y poco recomendable sobre todo en países latinos, en donde los vínculos del sistema familiar son sumamente profundos e indispensables para el equilibrio mental y espiritual de los hijos. Para esos casos, considero que es prudente analizar retornar eventualmente a la madre o al padre poniendo límites, sin regatear en ningún momento la dignidad y sin dejar de poner barreras ante el abuso, tratando en todo momento de equilibrar y dar a las nuevas generaciones el balance dentro del sistema que se requiere como andamiaje para reconciliar al sistema familiar de futuras generaciones libre de enconos, rencores, odios, pero sobre todo, para que no quede ningún remordimiento fundado o infundado de que se pudo haber hecho algo para sanar y reconciliar un sistema familiar narcisista. Desgraciadamente de acuerdo a la estadística, la mayoría de las veces este proceso de sanación se tiene que realizar desde el contacto cero absoluto con el sistema familiar.

 

El mejor camino es el amor al sistema y el amor a los padres, poniendo los límites y el entendimiento necesarios para que nadie salga herido, eso es honrar a tu padre y a tu madre, abrazando tu pasado y proyectando lo mejor que tengas hacia el futuro, hacia las nuevas generaciones por venir. Incluso, desde la distancia física del sistema familiar.

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